Amanecía con cielos oscuros, nos enfundamos en todo lo que pareciera impermeable en nuestro escaso equipaje y salimos decididos a hacer nuestras 4 habituales horas de ruta. El suelo brillaba con todo tipo de aceites y gasóleos, y Gaspar cerraba el grupo con la lengua fuera para mantener mejor el equilibrio. Finalmente fue mas barro que agua, llegando a Yvalik pareciendo haber hecho una etapa del París Dakar. Guarros y emplasticados cual salchichas de Frankfurt en supermercado.
A mitad de camino, incidente. Gaspar manda detener la comitiva de manera urgente, el careneado de la «abuela» se está descuajeringando y va medio colgando. Milagrosamente, aparecen por allá los Pepe Gotera y Otilio de la zona que hacen un buen apaño mientras Fer y Angelito dan cuenta de queso y galletas. Fernando también intentó sentarse en el murete trasero que veis en las fotos, de espaldas y al estilo Fosbury, o sea de saltito de espaldas. Al tercer intento fallido desistió con el espinazo herido.
Tenemos al Tomtom juguetón. Nos ha bajado por ruta alternativa al pueblo deseado. No por la avenida, como Dios manda, sino por un barrio llamemosle…alternativo, con gran pendiente, empedrado saltarín y desagüe en superficie de la época medieval. Como metas la rueda ahí, al suelo que te vas. Angel que lo ve se lanza con su Gs a tumba abierta, dejando gritando a Fer con su buque insignia de 300 kilos. A mitad de camino se plantó en un cruce…hasta aquí llego…joder!!
La cúpula de «abuela» sigue mas ladeada que la boina de Urtaín, así que nada mas acabar las costillitas de cordero que nos metimos hoy entre pecho y espalda al borde del mar, Gaspar se fue de nuevo al taller mientras Fer vigilaba la cama con los ojos cerrados.
Ahora, con toda la tecnología en contra (no hay Dios que reserve el Ferry en la web para pirarnos a Grecia) nos vamos a la cama deseándoos buenas noches.
Viaje Mare Nostrum 2014 