Las cosas se dejan como se toman, Estambul con mucho tráfico.
Saliendo por el puente que conecta Europa con Asia seguimos en la tierra de Atatürk, entre 2 aguas que impresionan, el Adriático a un lado y el diluvio universal amenazante sobre nuestras cabezas. Llegamos mas mal que bien a Mudanya sin navegadores, los 3 dan error por causas que las madres que los parió sabrá, nosotros no. El pueblo nos recibe con manta de agua, granizo y colores grises a los que no estábamos acostumbrados desde que partimos desde Gerona.
Nos hemos despedido de nuestro guest house en Estambul dejando mas peña que en la guerra, con una nueva Koreana aparecida milagrosamente en el sofá del salón. Está tapada con una sábana fantasmera y una mirada achinada aun acojonada de cuando vio a Fernando pasar a su lado yendo a mear, a las 4 de la madrugada, con su calzoncillo cedido de sus tres días habituales de uso, y medio huevo fuera. Pa acojonarse, vamos.
El viaje va rodado, afinándose día a día, encontrando hoteles rápidamente, destinos pintorescos de llegada y comida de paladar fino. El pescado es de puturrú de fuá, baratito y fresco. El té ha sustituido al café en nuestra dieta, y las visitas evacuadoras al escusado habitual aquí, tipo letrina, aumentan por dicho motivo.
Los pañuelos asedados cubrecabezas de abuelita cuscús ya predominan en las mujeres y el inglés desapareció prácticamente como lengua de transacción, apareciendo el alemán y con el Fernando como traductor… Y es que este grupo tiene nivel, eh? Todo controlado.
Ultimamente cenamos pescados atúnaceos, prohibidos por su tamaño en Europa y deseados aquí por estos sufridos motoristas, debido a su sabor y sobre todo por su precio, diez euritos por barba. El té de sobremesa calentito y recién sacado del infierno, como es habitual… Ya tenemos la lengua con postillas por ser impacentes. La sorpresa fue al salir, cuando un tipo bigotudo supuestamente trabajador del garito, se acerca amenazante, armado de una botella de agua amarillenta y un liquido sospechoso dentro. Lo vuelca decidido, buscando valiente receptor, y fue Fernando, con dos huevos, el que nos aclara el misterio…joder, dice, es colonia.!! Se la echa al pelo y doy fe de que aun no se le ha caído.
Mañana, si la lluvia nos lo permite, seguimos ruta.